BARRANCABERMEJA, SANTANDER. – El aire de un aula de bachillerato en la Feria del Libro de Barrancabermeja se cargó de una quietud creativa. El reto, propuesto por Rodolfo Ramírez Soto, de la Casa de Poesía Silva, era ambicioso: guiar a un grupo de estudiantes en la escritura de su primer nocturno, emulando al mismísimo José Asunción Silva.
La jornada, realizada el pasado 30 de julio como parte de nuestra programación en la FELIBar 2025, se convirtió en un revelador viaje del análisis literario a la creación personal.
La sesión no comenzó con una hoja en blanco, sino con una disección del modelo. En el tablero se proyectaba el icónico Nocturno III de Silva, mientras Ramírez Soto desglosaba sus componentes convirtiendo un poema clásico en un mapa accesible.
“Para que los muchachos entendieran la forma desglosamos el Nocturno en sus partes esenciales”, explicó Ramírez Soto durante la actividad. “Les expliqué que un nocturno, en la tradición de Silva, necesita de la noche no como un fondo, sino como un personaje principal. Es la presencia masiva de la noche lo que define el tono. Además, es un poema eminentemente musical; las palabras se escogen por su sonido, por el ritmo que crean al leerlas en voz alta. Es una herencia directa del Romanticismo que Silva modernizó”.
Una vez entregadas estas herramientas conceptuales llegó el momento del silencio. Con la inspiración del poema de Silva como catalizador los estudiantes se volcaron sobre las hojas. La tarea ya no era entender a un poeta de otro siglo, sino escucharse a sí mismos y encontrar las palabras para su propia noche, su propia sombra, su propia luz.
El verdadero corazón del taller latió cuando las primeras manos se alzaron. De forma voluntaria varios jóvenes pasaron al frente para compartir sus textos. Las voces, al principio tímidas, cobraron fuerza al leer versos que hablaban de paisajes y sentires locales demostrando una asombrosa capacidad para apropiarse de una forma clásica y llenarla de contenido personal y contemporáneo.
“Mi impresión fue de un asombro total”, confesó Rodolfo Ramírez Soto. “Uno propone un ejercicio con ciertas expectativas, pero la calidad y la honestidad de lo que escribieron fue más allá. No fue una imitación. Lo que hicieron fue tomar esas características que vimos y aplicarlas a su entorno inmediato, a su Barrancabermeja. Escuchar sus versos fue la confirmación de que el talento está ahí, latente, y solo necesita un pequeño estímulo para manifestarse”.
Nuestra jornada en la FELIBar 2025 nos deja esta profunda satisfacción. El taller “Mi primer nocturno” no fue dictado por nosotros, fue construido verso a verso por los jóvenes de Barrancabermeja. Ellos nos recordaron que la misión de esta Casa, a sus casi 40 años, sigue siendo la misma: ofrecer un espacio y un pretexto para que cada quien descubra y comparta su propia voz.



















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